Leaving Las Vegas
A pesar de tanto tiempo, de tantos años pasados, hay cosas que uno no consigue que cambien. El alcohol. ¿Cuántas veces uno ha dicho ésta es la última? Pero siempre ha habido una siguiente.En la juventud no se tiene muy claro el concepto de las cosas, se bebe, te emborrachas por un concepto social, por la idea de que la diversión no existe sin varias cervezas o cubatas en el cuerpo.
Aquello no debe resultar problemático, a no ser que se convierta en patológico. Pero cuando llegan los 30 y tantos la cosa cambia. Sabes perfectamente que la diversión no te la da el alcohol. La diversión te la da quienes te rodean. Cuando a esa edad decides beber, decides romper la línea entre las cuatro cervezas y el olvido, la oscuridad de la memoria en una noche, es que algo no funciona.
Puedes ser consciente de qué es lo que no funciona o simplemente decides obviarlo. Te haces creer a ti mismo que no hay razón y que lo haces sólo por diversión, aunque tu yo interno sabe que te estas engañando, que siempre hay una razón para algo así.
Pero a veces la borrachera llega a unos niveles que sirve de ruptura, de una situación de no vuelta atrás, de replantearte todo y acelerar el proceso de cambio que puede que hubieras comenzado. Y quizás ese proceso de cambio no lleva a una vida mejor, o una situación mejor, pero te das cuenta de que es necesario, de que la cosa no puede seguir así y que hay que tentar a un futuro distinto para que las cosas nunca más vuelvan a ser como antes. Aunque el último gran proceso de cambio 16 años antes no acabara yendo a mejor, cada vez tienes más claro que alguno acabará haciéndolo, porque no eres tan malo como para que las cosas no te vayan bien por una vez en la vida.
Porque llegará el día que conozcas a alguien que esté en una peor situación que tú y...
“Como Nicolas Cage en Leaving Las Vegas
soy el invierno contra tu primavera” AMARAL
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satrian -