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Todo en la vida es cine

Verano Azul

Verano Azul

Hoy que estaba de buen humor he encontrado el siguiente texto que publiqué en un blog olvidado de la mano de Dios un 1 de Septiembre de 2004. En aquella época pasaba más de todo y vivía mejor...

Pozí, chicos, hoy os voy a hablar de esa maravilla de la naturaleza a la que todo urbanita q se precie nos tiramos en cuanto llegan las vacaciones: el pueblo. Y yo como cumplo todos los requisitos de buen urbanita, tb tengo el mío.

La verdad es q cuando uno es un tierno mancebo q no levanta más de metro y medio del suelo lo del pueblo es la releche. Te sacan de casa a las nueve de la mañana a la calle, y no te dejan entrar más q a las horas de las comidas. Y encima no tienes a tu santa madre detrás diciendo lo q puedes y no puedes hacer. Un fiestón, oiga!!!
Por éso, cuando llegas a casa a la hora de la cena el resumen del día parece un parte de guerra: "en el día de hoy vencido y desarmado el Jordi de la esquina, sólo hemos vuelto con 3 raspaduras en el brazo, un pequeño agujero en la rodilla izquierda, y el manillar de la bici sobre el cuadro".

Porque sí, señores, lo mejor de un pueblo, y eso no me lo pueden negar es la bici. Qué momentos hemos pasado sobre ese extraño aparato de dos ruedas manejado con tracción animal (dónde el animal es uno mismo,claro) y q tiene la extraña habilidad de hacer q beses el suelo cuando más rápido vas y más daño te puedes hacer. Por que seamos serios: alguien se ha caído de la bici y no se ha hecho nada? Alguien no tiene sobre su cuerpo alguna marca de guerra conseguida gracias a una bici? Debemos ser la generación de las rodillas destrozadas. No hay nada más espectacular que una reunión de amigos en torno al Ballantine’s (o el Nisupu, dependiendo del poder adquisitivo) y al Zoco dónde todos se empiezan a levantar los pantalones para mostrar sus trofeos y demostrar q la suya es la más grande (hablo de cicatrices, salidillos).

Aunque el mejor momento con las bicis era aquel en el que a algún avispado se le ocurría echar una carrera. Y claro las carreras no podían ser en llano, hasta el bar de la Plaza, no, tenía q ser al punto más alto del pueblo, o en su caso (como es en el mío), bajar al río y luego meterse la cuesta entre pecho y espalda... Porque claro, uno empezaba todo emocionado y se creía Pedro Delgado, Alberto Fernández o Álvaro Pino, pero en cuanto la carretera seguía para arriba más de 100 metros, el impulso cedía, y a los 200 metros no había otro remedio q empezar a hacer eses si no se quería poner pie a tierra de un momento a otro. Total, q al final siempre veías como había un capullo q era el q tenía la "motoreta" (y q en el futuro se llevaría a las pibas mientras todos miraban, pero no adelantemos acontecimientos) y que llegaba a la meta con uan ventaja considerable y sin q pareciera haber hecho ningún esfuerzo. Mientras, por detrás la lucha era por evitar llegar el último y q se rieran de tí. Cuando al fin, conseguías llegar el espectáculo era lamentable: montones de niñatos como tú tirados en el suelo, con la bici al lado, a punto de echar hasta las gracias por la boca y, lo peor de todo, sin haber bebido ni una gota de alcohol!.
Porque hay q ser serios, a dónde pensábamos llegar con esas bicis? Porque excepto el capullo de la "motoreta", todos ibamos con esas bicis de paseo en colores que variaban desde el verde metálico al marrón o el rojo, pero todos muy estridentes, para que no se pasara desapercibido, q tenían unos asientos q pese a ser enormes no hacían más q destrozarte el culo. Q vamos, si no salimos con almorranas de ésa, no las tendremos nunca.
Pero en defintiva, esos momentos los disfrutábamos como si fuera el último día, con el problema de que cuando llegábamos a la ciudad y pretendíamos hacer lo mismo, la misma madre q te soltaba y te decía que no volvieras en todo el día en el pueblo, note dejaba salir de casa en al ciudad si no era bajo estricta vigilancia.

Así nació el mito del pueblo para nuestra generación...

3 comentarios

hesisair -

Era cuestión de desengrasar. Aún quedan dos o tres extos más, igual los cuelgo también un día de éstos.
Mi estancia en Milán ha servido para venirme arriba, he estado muy a gusto, me he desquitado del desastre que para todo fue Berlín.

anonimo 40.000 -

ya era hora que recolgaras este texto

satrian -

Ya te comenté que ballantine´s ni en nuestros mejores sueños, y bebíamos nisupu que nisupu conoce, el charles house era bueno comparado con esto, casi hasta el matarratas era mejor, y odiaba a los tíos con motoreta.